25 enero 2009

Editorial "narrando memorias"

Con este segundo Taller de Arte y Cultura como Terapia, abrimos el debate sobre Alzheimer hacia una línea de experimentación donde el acto de “narrar memorias” se suma a la investigación científica.

La literatura es una fuente de inspiración donde la imaginación se mezcla con la realidad. Citando a Marcel Proust y su libro, En Busca del Tiempo Perdido, este escritor señala que el humano recuerda las cosas del pasado sólo cuando las experimenta o las vive. Es decir, la realidad sólo toma forma en la memoria propia. Situaciones u objetos evocan la memoria cuando el humano hace el esfuerzo de observar su ambiente. Así, como ejemplo, Proust describió en su novela, cómo la imaginación del protagonista se hace realidad a la hora de recordar los distintos olores, colores y paisajes de cuando paseaba con su abuelo.

Este esfuerzo de observación para enfocar la memoria, fue uno de los desafíos de nuestro taller. Al encontrar un libro de divulgación cultural que no exigió, para ser entendido, conocimientos especiales, los pacientes de Alzheimer escucharon el cuento El Casamiento[1] como si fuese contando por un juglar. Escrito por José García Martínez, el cuento abrió la realidad hacia las fiestas tradicionales en la región de Murcia. Son importantes eventos cotidianos que hacen enlaces entre el lugar, vistosos símbolos religiosos, aromas de primavera, sabores gastronómicos y ruidos de los pitos, además de incluir actores del pasado.

El Casamiento

El mismo día del Entierro de la Sardina, El Casamiento narra el cuento cómo se casaron Limón y Sardina durante las Fiestas de Primavera en Murcia.

“Érase una vez un limón que vivía en Espinardo. Se llamaba Limón. Pasaba todo el tiempo colgado de una rama que caía encima de una acequia. Le gustaba ver correr el caudal fresco y limpio. Pero lo que le molaba más eran los reflejos que pintaba el sol en el agua, tan brilladores como duros de plata o como escamas de sirena. El vientecillo meneaba a veces la rama y entonces Limón hasta podía darle besos a la corriente.

Un día pasó por el carril una sardina que se llamaba Sardina. La miró Limón y comprendió que era la sardina famosa del “Entierro de la Sardina” que la llevaban desde Molina de Segura hasta la capital. Limón vio que sus reflejos y brillos eran los mismos que aquellos de la acequia y se enamoró…”

Así empieza la narración, en un paisaje que todos conocemos, la huerta. Los colores vivos, los aromas, la textura de la naturaleza y la alegría de ver las carrozas, tenían la habilidad de excitar la imaginación de los pacientes para iniciar un viaje donde la mente y la inspiración iban a ser libres y carecer de prejuicios. La emoción la llevaría por el camino de una experiencia subjetiva que a la vez sería colectiva. Asimismo fueron las narraciones de nuestros protagonistas, tan frágiles al conectarlas con la realidad, pero también tan llenos de ilusión como todos los recuerdos que se fijan en nuestra memoria de vivencias alegres.

Halldóra Arnardóttir



[1]José García Martínez (1999) El Casamiento. Fiestas de Primavera 1999. Ayuntamiento de Murcia. Caja Murcia.

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