28 febrero 2009

“La memoria de las cosas” por Dr. Borja Morgado

Cuando Halldóra Arnardóttir se puso por primera vez en contacto conmigo, yo ya llevaba algunos años investigando sobre la memoria y más concretamente sobre el papel que la fotografía ejerce en nuestra memoria, las razones que nos llevan a documentar nuestras vidas constantemente y el uso que luego hacemos de esos pequeños retales de realidad almacenados en una copia de 10x15.

La aplicación de terapias artísticas para el tratamiento o estudio de la enfermedad de Alzheimer es algo que jamás había imaginado y que consideré, ya en su momento, realmente fascinante. Poner un granito de arena en hacer la vida del paciente un poco mejor es siempre la mayor de las recompensas, pero, al margen de la tremenda satisfacción personal, también se planteaba el tremendo interés que, como investigador tenía para mí el trabajo que la Unidad de Demencia estaba llevando a cabo.

No nos costó mucho reunir un grupo de alumnos y ex alumnos de la asignatura de Ilustración de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Murcia, para que plasmasen con sus obras los recuerdos de los pacientes. Algunas de las cuales pueden ser disfrutadas en este libro junto con las experiencias que llevaron a ellas.

Antes de tener un primer contacto con los pacientes los alumnos estaban nerviosos, llenos de preguntas que no dejaban de hacerme sobre ellos, si les gustarían, si sabrían tratarlos o si se quedarían satisfechos con su trabajo, pero bastaron cinco minutos para que alumnos de Bellas Artes y pacientes generasen una complicidad muy especial. No sé si fue la novedad, el ver que un grupo de chavales jóvenes se interesaba por ellos, les preguntaba y les hacían bromas o si fue el ponerse a hablar, poco a poco, de su vida y sus recuerdos, pero al salir de aquella primera sesión los ojos de unos y otros brillaban de manera diferente.

La memoria se describe como la capacidad o poder mental que permite retener y recordar, mediante procesos asociativos inconscientes, sensaciones, impresiones, ideas y conceptos previamente experimentados, así como toda la información que se ha aprendido conscientemente. Pero sin duda coincidirán conmigo en que es mucho más. El individuo, la persona está definida por su memoria, o más concretamente, lo que en ella almacena y lo que decide no almacenar. Como decía Vilém Flusser "Olvidar es una función tan importante de la memoria como recordar" [1]

Somos pura memoria, lo que recordamos y olvidamos.. Nuestras experiencias nos van haciendo tanto como nuestros recuerdos, ya que de ellos dependen nuestras relaciones con otras personas. Nuestra vida está construida de recuerdos, de reflejos de algo pasado. Sin recuerdos no hay identidad, no hay YO. Recuperar los recuerdos perdidos es recuperarnos a nosotros mismos.

La crueldad de esta enfermedad radica principalmente en esa pérdida de identidad. Es como ir deshaciendo un álbum de fotos familiar, rompiendo una tras otra las fotografías, hasta dejarlo en blanco. Al final no tienes nada, sólo páginas vacías. No tienes cumpleaños, nietos, hijos o viaje de novios. No tienes tu primera moto, la residencia de estudiantes, ni el servicio militar, no queda nada.

La unidad de Demencia, a través de estos talleres y su trabajo diario ayudan a recomponer esas fotos rotas, perdidas. Poco a poco intentan recuperar los cumpleaños, el servicio militar, los nietos y todas las fotos, todos los recuerdos, para rescatar del olvido a la persona que somos.

He tenido la oportunidad de ir conociendo a los pacientes de este estudio antes y después de los talleres y, si bien no tengo datos cuantificables que apoyen mi afirmación, he podido percibir una inmensa mejoría en sus rostros. Su manera de mirar, su manera de sonreír, la riqueza de sus recuerdos y la alegría con la que te cuentan su vida a lo largo de las sesiones era cada vez más y más viva, más cristalina.

En cuanto a los alumnos que participaron en el taller de Entretelas, aún hoy me preguntan cuándo va a ser la próxima edición, ya que todos están desando seguir trabajando junto a los pacientes. Para ellos la vivencia fue enriquecedora, no sólo personal, sino profesionalmente. Esta magnífica experiencia y los talleres que se están realizando desde la unidad de Demencia son una demostración palpable del tremendo poder emotivo del arte en todas sus manifestaciones y el vínculo que suponen esas emociones con la evocación del recuerdo.

No quisiera dejar de agradecerles a Halldóra Arnardóttir y a la Dra. Carmen Antúnez el haber contado con nosotros, pero sobre todo mi más sincero agradecimiento y felicitación es para los alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Murcia y los pacientes de la Unidad de Demencia del hospital Virgen de la Arrixaca, sin la colaboración, el corazón y la sonrisa de unos y otros, esta magnífica experiencia no habría salido adelante.

Profesor de Ilustración y Vicedecano de Cultura

Facultad de Bellas Artes, Universidad de Murcia



[1] FLUSSER, Vilém. Sobre la memoria, electrónica o cualquier otra. Méjico, Ed. Sigma; p. 199

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